Cómo mirar a Oriente

21 de febrero de 2013

Abordar el universo musulmán suele ser tarea compleja, ya sea desde Occidente —a menudo con una percepción estereotipada, con arreglo a criterios occidentales— o desde el propio Oriente, como en el caso de Persépolis (2007), película de animación que nace de otra Persépolis, la novela gráfica: ambas obras escritas, dibujadas y protagonizadas, como relato autobiográfico, por la historietista iraní Marjane Satrapi, con la ayuda de Vincent Paronnaud en la dirección del film.

Persépolis, alusión a la antigua capital persa, arranca con el proceso revolucionario iraní de 1979, tras el derrocamiento del sha, y se extiende con la consiguiente instauración de la república islámica. Hablábamos de complejidad y Satrapi intenta alejarse de la misma. Para poner orden se sitúa en un presente en color y narra su historia en un flash-back en blanco y negro, el original de la novela. Situados ya en el pasado, la historietista iraní organiza el tiempo en cuatro épocas lineales: 1) 1979, de la revolución a la república, 2) de 1980 a 1984, con la guerra entre Irán e Irak, 3) de 1984 a 1989, la estancia estudiantil de Marjane en Austria y 4) 1989, su regreso a Irán. Esta estructura le permite entrelazar la Historia y su historia, a partir de un dibujo que perfila un universo emotivo. La nitidez del trazo en las figuras contrasta con las diferentes geometrías y texturas de los escenarios ―las de una pared, las de la noche, las de unas montañas―; y la escasa luz del blanco, con los cuerpos oscuros y sus negrísimas sombras ―las de fugitivos, las de presos, las de víctimas sin rostro―. Unos contrastes que acentúan y alcanzan la visión expresionista del film. Según Satrapi, «el dibujo tiene la capacidad de adaptarse y ser coherente», lo que le permite, ya desde el papel, trabajar la abstracción de modo fluido: los recurrentes sueños, analepsis o transiciones temporales marcan el ritmo y funcionan como cohesionador entre las diferentes épocas. Del mismo modo que la música de Oliver Bernet y la voz en off de Marjane (Chiara Mastroianni), encargada de hacer avanzar la acción, unas veces desde el humor ácido, otras desde la melancolía, pero siempre alejada del sentimentalismo.

Hablábamos de complejidad. Y Persépolis resulta una mirada muy clara de Oriente desde un Oriente particular. Una mirada, la de Satrapi, que dispara hacia todos los frentes ―al integrismo islámico, al capitalismo occidental, a la Iglesia católica― desde un tono comprometido, desenfadado, tierno, mágico y cómico. Si algo se le puede reprochar, es la insistencia en esa intégrité como cualidad imprescindible del ser humano. Aunque quizá este pero no deja de ser una lectura sesgada de una occidental que mira de soslayo a Oriente.



*El fragmento es original de la película (no modificado) e intenta recoger varios de los aspectos de los que se habla en la crítica. Ilustramos, además, con la versión doblada al español porque, aunque las actrices de doblaje de los personajes principales sean (re)conocidas ―Chiara Mastroianni o Catherine Deneuve―, no creemos que sea esencial el doblaje original en francés.

Reseña de Carlos Boyero
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Persépolis me parece espléndida, el cómic y la película. Esa señora es muy lista, siempre tendrá problemas, también en Occidente.