De lo demás, no sé nada

26 de diciembre de 2011

Stella (2008) es esencialmente Stella, una niña de 11 años que vive con sus padres a las afueras de París, en el albergue que regentan los mismos y que cuenta con una clientela variopinta, que baila entre lo lúdico y lo alegre. Durante la película, la pequeña se enfrenta a esta vida parental carente de atención y al curso escolar en un colegio alejado socialmente de su entorno familiar. Se produce así un cruce entre lo cotidiano y lo obligatorio, entre lo insulso y lo culto, entre lo colectivo y lo individual, entre la aversión y el amor. Y Stella -a veces reservada, otras impulsiva, pero siempre expectante- aprovechará este intervalo para crecer, para abrirse camino de la mano de su amiga Gladys, sin despegarse, a pesar de todo, ni de su edad ni de su contexto.

Stella es sencilla. Una película de la realizadora, escritora y actriz Sylvie Verheyde, autobiográfica, con la que alcanza su tercer trabajo cinematográfico. Un film de argumento delgado, pero de modus grueso. Un film muy véritable, en sus interpretaciones, con un magnífico triunvirato familiar (Léora Barbara, Karole Rocher y Benjamin Biolay) encabezado por Léora en el gran papel de Stella y en el que merece mención especial la interpretación del desaparecido Guillaume Depardieu. Muy véritable asimismo en su ambientación y en sus diálogos, en el guión y la creación de personajes nada maniqueos, y en los parlamentos de la fuerte y vulnerable Stella:

Stella: Cada vez me doy más cuenta de una cosa. Y es que me faltan conocimientos. Lo sé todo sobre fútbol, los mejores jugadores... Sé de música pop, conozco las letras de las canciones. Sé de cócteles, de pinball. Sé si las personas son o no de fiar. Pero de lo demás, no sé nada.

Un film con una acertada banda sonora, de la década de los 70: Sheila, Daniel Guichard, Gerard Lenormad, Eddy Mitchell o Umberto Tozzi. Y un film con una clara referencia a Los cuatrocientos golpes de Truffaut, con un guiño incluido de Stella a Antoine Doinel en la cursa final. 

Finalmente, destacar la estructura de la película: perfecta en su intención principal y última. La primera y la última secuencia: distendidas, alegres, que contrastan con el amargo poso de la película. Stella baila sola en la primera una chanson de Sheila, mirando fijamente a cámara, con esos ojos taciturnos. Stella se divierte jugando con su amiga de la infancia en la última, mientras van apareciendo los créditos con “La chanson de Stella”, de NousDeux the Band, de fondo. ¿El resto? El proceso de crecimiento al que todos nos hemos enfrentado, con más o menos suerte, con más o menos fuerza.




Reseña de Jordi Costa. El País
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Película que no sólo retrata la infancia con verdad y sin maniqueísmos, sino que sorprende al indagar en la mirada infantil sobre un mundo adulto moralmente magullado.