Rafael Azcona es, como diría Agustín Díaz Yanes, uno de los genios que ha dado el siglo XX. Con más de un centenar de guiones a sus espaldas, a Azcona le interesaban las historias de humor. Pero de humor negro (dícese negro al humor aplicado a situaciones trágicas). El pisito (1959), dirigida por Marco Ferreri, y con el que Azcona colaboró en más de una ocasión, es un claro retrato de la España de la posguerra, de una España indigestada de misas, de rosarios, con la moral católica por bandera, que jaleaba efusivamente las muertes.
En este escenario se sentía cómodo Azcona para meter baza y crear situaciones muy cómicas, como aquella en la que Petrita (Mary Carrillo), cansada ya de la indecisión de su novio Rodolfo (José Luis López Vázquez) y de vivir en casa de su hermana, decide anunciar a la anciana Doña Martina (Concha López Silva) las intenciones de su novio de casarse con ella para así heredar su piso.
La película cuenta con una gran interpretación de José Luis López Vázquez, con una graciosa Concha López Silva y con unos diálogos vivos, aunque con un final agridulce, como muchos guiones de Azcona. Uno de los fallos: el doblaje, pésimo. Tan pésimo como la España de entonces; España que duraría, en palabras del propio Azcona, hasta Tejero.
Reseña de Carlos Aguilar
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Un joven para poder casarse y disponer de piso propio debe primero, dados sus escasos recursos económicos, contraer matrimonio con una anciana amiga, con objeto de que ésta le legue el suyo tras su fallecimiento; sin embargo, la anciana revela una salud espléndida. Ácida visión de la España de los años 50 y una obra maestra del humor negro, debida a un realizador luego francamente desmejorado. Uno de los clásicos indiscutibles del cine español, nada envejecido en nuestros días.
