Yo, también

22 de febrero de 2010

Yo, también (2009) no es una gran película. Los directores Álvaro Pastor y Antonio Naharro cuentan con una amplia formación profesional en el ámbito de la televisión, el cine y el teatro. Yo, también es su primer largo, aunque antes ya habían codirigido el cortometraje Uno más, uno menos, tratando de nuevo el síndrome de Down. No es casualidad, ni les mueve el oportunismo: la hermana de Naharro, Lourdes Naharro, que también interviene en la película, es síndrome de Down. De ahí parte el interés para lanzarse al largo. De ahí y de la anécdota: un reportaje que mostraba al primer licenciado europeo síndrome de Down: Pablo Pineda.

Yo, también no es una gran película. El argumento parte de un personaje real y la película está viva en ese sentido: Daniel Sanz (o su alter ego, Pablo Pineda), el primer europeo licenciado síndrome de Down, se incorpora al mundo laboral. Ya está la anécdota, el germen para hacer una película. ¿Por dónde seguir? Por el amor: Daniel se enamora de su compañera de trabajo, Laura (Lola Dueñas), una mujer desilusionada. Así, Yo, también no aborda sólo los problemas laborales y sociales a los que se enfrenta un hombre síndrome de Down, sino también los sentimentales.

Yo, también no es una gran película. No hay mucho más de lo que cuenta la sinopsis y lo que el espectador experimentado pueda preveer. No se caracteriza tampoco por sus aspectos técnicos: ni por montaje, ni por fotografía, ni por sonido, ni incluso por guión (un guión definitivo después de diecisiete reelaboraciones). Pero sí que cabe destacar tres aciertos: el humor, otorgado a aquellas secuencias que podrían haber caído en el más sencillo drama; la banda sonora, de la que ha sido responsable Guille Milkyway, integrante de La Casa Azul, que se ha rodeado del gran grupo indie The School, entre muchos otros; y, ante todo, la dirección de casting, dirección que ha corrido a cargo de los propios directores. Antonio Naharro tiene formación interpretativa, por lo que (dicen) ha sabido manejar a los actores con mucha delicadeza y generosidad. No carece de sentido esta declaración, pues sus dos protagonistas forman un tándem perfecto. Para Pablo Pineda, el personaje central, ésta es su primera incursión en el mundo del cine, pero su alter ego Daniel es tan natural como gracioso. Para Lola Dueñas, actriz profesional, Laura supone el papel más gordo de su carrera. Y así es: Laura es una mujer con una aborrecida vida social, con un pasado tan oculto como doloroso, con unas relaciones sentimentales empujadas por las circunstancias anteriores… En definitiva, un personaje completamente desencantado, negro por dentro. La interpretación de Lola Dueñas es lo que da sentido y sensibilidad al film. Está enorme. Su personaje es ya de por sí una joya, pero hay que hacerlo, hay que meterse en la piel, hay que dotarlo, darle vida. Y Lola le da eso y más, está sencillamente sublime: cómo ríe, cómo llora, cómo escucha, cómo sabe estar en silencio y sigue siendo Laura, cómo mira. Lola (me) emociona. Lola (me) conmueve. 

Yo, también no es una gran película, pero se disfruta. Se disfruta su buena música, se disfrutan sus momentos de risa o de conmoción y, sobre todo, se disfruta, se ríe y se llora viendo a Lola. En fin, insisto: yo también pienso, como el jurado del Festival de San Sebastián, los miembros de La Academia de Cine Español y de los Premios Forqué, que Lola es lo mejor de Yo, también.




La presentan así:
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Daniel, un joven sevillano de 34 años, es el primer europeo con síndrome de Down que ha obtenido un título universitario. Comienza su vida laboral en la administración pública donde conoce a Laura, una compañera de trabajo. Ambos inician una relación de amistad que pronto llama la atención de su entorno laboral y familiar. Esta relación se convierte en un problema para Laura cuando Daniel se enamora de ella. Sin embargo esta mujer solitaria que rechaza las normas encontrará en él la amistad y el amor que nunca recibió a lo largo de su vida.