¿Crees que no lo entiendo?

28 de septiembre de 2008

"Como en el caso de otros ejemplos prominentes de cine artístico europeo de los años sesenta, muchas críticas de Persona (1966) la han retratado como una película oscura e incomprensible. Es cierto que su director deseaba que fuera un poema visual, y compuso la famosa secuencia inicial de los títulos de crédito para subrayar esta circunstancia. Sin embargo, pese a este montaje denso y asociativo, casi todas las imágenes pueden reconocerse como referencias a motivos habituales de Bergman: el Dios-Araña (la araña), la herencia cristiana (crucifixión, el cordero al matadero), arte/ilusión como construcción (el título de la película, detalles de un proyector cinematográfico, la película dentro de la película del filme de 1949 Prisión), el útero frío (un interior del depósito de cadáveres con el niño de la película de 1964 El silencio desnudo, con las manos extendidas hacia una mamá fría y distante). Esta secuencia funciona como un preludio que resume el perfil artístico de Bergman, como si quisiera hacer inventario y empezar de nuevo. De hecho, toda la película puede verse como una travesía hacia un callejón sin salida estético y existencial, donde la identidad, el significado y el lenguaje se hunden por fin, y destruyen el arte de Bergman cuando la película para, se funde y rompe antes de volver a empezar.

En la superficie, el argumento de Persona está construido como una variación del juego de poder femenino en la pieza de cámara de August Strindberg La más fuerte. En principio, la más fuerte de las dos mujeres en la película parece ser la enfermera psiquiátrica Alma (Bibi Andersson), sobre todo porque aparece segura de sí misma y es la única que habla, de modo que toma el control sobre su silenciosa pareja, pero enfrentada a esta enigmática paciente, la famosa actriz Elisabet Vogler (Liv Ullmann), en una casa aislada de veraneo situada en una isla remota, la visión del mundo de Alma, en apariencia estable y realista, empieza a desmoronarse. Sus charlas terapéuticas empiezan a convertirse en confesiones de sus deseos y secretos escondidos. Poco a poco se va despojando de su personaje, la máscara de mentira y autoengaño que maquilla su identidad y proporcionan un sentido a su vida.

El clímax de Persona llega en la famosa secuencia en la que las dos mujeres se sientan una frente a la otra vestidas con idénticas ropas negras. Alma empieza a hablar del rechazo de Elisabet al matrimonio y la maternidad, pero pronto se descubre hablando de sus propias dudas concernientes a la vida familiar, que antes había contemplado con entusiasmo ingenuo. Al darse cuenta, se esfuerza por recuperar el control con nuevas palabras de certidumbre, pero hasta su construcción del lenguaje se quiebra y sólo es capaz de pronunciar frases incoherentes. Es en este momento cuando Bergman utiliza el efectivo óptico de fundir los rostros de las dos mujeres en una sola imagen inolvidable, una horrenda visión de la identidad en un estado total de descomposición.

El filme termina con el final lógico de Alma haciendo lo único posible para reconstruir su vida y reafirmar el yo: regresa al mundo cotidiano que la define y rechaza a Elisabet como el otro. En su última secuencia juntas, volvemos al hospital de las primeras secuencias del drama. Alma, que ha recuperado su antiguo uniforme y personaje, obliga a Elisabet a repetir la palabra “nada”. Corte al muchacho del depósito de cadáveres. ¿El hijo no deseado de Elisabet? ¿El feto abortado de Alma? El proyector se detiene. Oscuridad."

Michael Tapper


"¿Crees que no lo entiendo? El sueño imposible de ser. No de parecer, sino de ser. Consciente en cada momento. Vigilante. Al mismo tiempo, el abismo entre lo que eres para los otros y para ti misma, el sentimiento de vértigo y el deseo constante de, al menos, estar expuesta, de ser analizada, diseccionada, quizás incluso aniquilada. Cada palabra una mentira, cada gesto una falsedad, cada sonrisa una mueca. ¿Suicidarse? ¡Oh, no! Eso es horrible. Tú no harías eso. Pero puedes quedarte inmóvil y en silencio. Por lo menos así no mientes. Puedes encerrarte en ti misma, aislarte. Así no tendrás que desempeñar roles, ni poner caras ni falsos gestos. Piensas. Pero, ¿ves? La realidad es atravesada, tu escondite no es hermético. La vida se cuela por todas partes. Estás obligada a reaccionar. Nadie pregunta si es real o irreal, si tú eres verdadera o falsa. La pregunta sólo importa en el teatro. Y casi ni siquiera allí. Te entiendo, Elisabet. Entiendo que estés en silencio, que estés inmóvil, que hayas situado esta falta de voluntad en un sistema fantástico. Te entiendo y te admiro. Creo que deberías mantener este papel hasta que se agote, hasta que deje de ser interesante. Entonces podrás dejarlo. Igual que poco a poco fuiste dejando los demás papeles."




Persona me impacta por el estudio de la psique (femenina) y de la máscara de todos a través de los largos parlamentos de Andersson, que llegan a producir asco y excitación al mismo tiempo. Cómo el discurso puede llegar a ser tan efectivo -que no efectivista- sin necesidad de mostrar los hechos, sin mostrar nada. Sólo el discurso y Andersson. Increíble. Una gran interpretación de las dos actrices, aunque Bibi Andersson me parece superior.
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